¿Margarita? ¿Carolina?

Miguel-Angel-CidSantiago, RD.- En las elecciones del año 2000, el Ing. Hipólito Mejía escogió como compañera de boleta a la Dra. Milagros Ortiz Bosch. Esa decisión convirtió a Ortiz Bosch en la primera mujer dominicana en ser candidata a la Vicepresidencia de la República y ocupar dicha oficina durante el cuatrienio siguiente. Doce años después, le siguió la Dra. Margarita Cedeño de Fernández.

Vale la pena recordar que las diferencias internas de los peledeistas se ahondaron en el 2007, a causa de aquella célebre convención donde el leonelismo descalabró al danilismo. Todavía resuena en la memoria la frase “me derrotó el Estado”. A partir  del 2012, la lucha soterrada entre esas dos fuerzas intrapartidaria comenzó a emerger y hacerse notar en la superficie.

Pero esta vez Danilo Medina se impuso como candidato presidencial. Enfrentó al “indiscutido líder” Leonel Fernández, quien, aunque tenía impedimento constitucional, se estaba haciendo el tonto, y, tanteando el modo, aspiraba a reelegirse.  Sin embargo, las fichas con que contaba, no le daban. Fernández Reyna entonces, en pro de mantener una cuota de poder, forzó hasta imponer a su esposa Margarita Cedeño como candidata a la vicepresidencia. Ese forcé de Leonel bautizó a la Dra. Cedeño como la segunda mujer en ocupar la alta investidura.

Cuatro años no han sido suficientes, no obstante, para que Cedeño subsane los entuertos entre Fernández y Medina. Muy por el contrario, como todos hemos sido testigos, los agravios se profundizaron.

Así pues, para las elecciones próximas, Medina corre por la reelección presidencial, y el momento impone sumar al Dr. Fernández a la campaña. El Dr. Fernández, a su vez, le urge seguir con una cuota de poder cercano a la Presidencia. En tal razón, la Dra. Margarita Cedeño de Fernández sigue siendo la punta de lanza para dicho propósito.

Si Medina gana las elecciones, la Dra. Margarita Cedeño sería reelecta vicepresidenta, consagrándose como la primera mujer en ocupar la segunda magistratura de la nación en dos ocasiones consecutivas. Un segundo mandato le ofrece a la Dra. Cedeño la oportunidad de construir un liderazgo propio, sin estar sujeta, como hasta ahora, al apalancamiento de su esposo.

En la otra esquina, el Dr. Luis Abinader es el candidato a la presidencia por el PRM, principal partido opositor. El líder perremeista luce letargo, siempre esperando las decisiones de Medina para entonces asumir la opción más parecida a los peledeistas. Un raro juego de espejo político. De manera que anunciada Cedeño para la vice,  Abinader se apresuró en anunciar a la economista Carolina Mejía Gómez como su compañera de boleta.

Con el anuncio de la hija del Guapo de Gurabo, el Dr. Abinader aspira, en apariencia, adversar la campaña del PLD, por esa suerte de simetría, restándole votos al candidato del partido gobernante en dos sectores claves: en el empresarial y en el de la mujer. Pero en realidad, el sentido de la compensación a un sector dentro de su partido se impuso al sentido de creatividad, al sentido de sorprender con un candidato que sume nuevas fuerzas y le brinde suficiente energía a la boleta para voltear las tendencias de las intenciones de votos o, por lo menos, forzar una segunda vuelta. Y entonces de ahí, llevárselo con rana.

Volviendo al tema de las vicepresidenciales. ¿Cuál es la diferencia entre la escogencia de Margarita Cedeño y Carolina Mejía con la primera elección de Milagros Ortiz?

Tanto Margarita Cedeño como Carolina Mejía han sido seleccionadas para la vicepresidencia en función de darle cuotas de poder a Leonel Fernández y a Hipólito Mejía. En cambio, Ortiz Bosch, en su momento, fue escogida en razón de un liderazgo ganado en el fragor de un largo y paciente trabajo partidario.

Con todo, ambas candidatas tienen oportunidades símiles. De resultar ganancioso el PLD o el PRM, la segunda mandataria tiene el desafío de asumir una representación digna de la mujer. Ambas, Carolina o Margarita, afrontan el dilema de seguir la tradición de proteger los intereses de los hombres, por un lado, o de romper los esquemas partidarios y construir nuevos espacios de poder.

Tanto una como la otra, deberá trazar el camino que dé al traste con la concepción de que “Este país no está preparado para ser gobernado por una mujer.” La hija de Hipólito y la esposa de Leonel tienen ante sí la posibilidad real de demostrar que la mujer puede gobernar la nación dominicana con eficacia, honor, democracia y equidad.

El reto está en conquistar la voluntad de las minorías discriminadas, entre ellas, por cierto, las propias mujeres. Esta batalla tiene y debe ser librada no sólo a lo interno del partido triunfador, sino también en el seno de todos los sectores sociales, organizaciones políticas, religiosas, comunitarias, económicas, etc. del país.

Por lo pronto tenemos algo seguro: en el próximo cuatrienio habrá una vicepresidenta. Y otra cosa: su nombre tiene cuatro sílabas. Lo que desconocemos son las letras. ¿Margarita? ¿Carolina?