Por Willians De Jesús Salvador
América Latina parece llegar al final del ciclo de los gobiernos populistas, la victoria del «No» en el referéndum realizado en Bolivia, que niega la posibilidad al presidente Evo Morales para reformar la constitución que le permitiría reelegirse por cuarta vez, es la tercera derrota en línea en el área del ALBA para el Club de presidentes populistas de la región.
Gobierno populista, es una expresión polisémica que se refiere al estilo adoptado por presidentes que llegan al Estado por elecciones democráticas y hacen una simbiosis entre la ideología y el nacionalismo, reivindicaciones sociales de los sectores más deprimidos económicamente y una retórica contra el imperialismo, al rededor de estos elementos se integran las masas populares, bajo la autodeterminación de socialistas, a la vez que el presidente con ínfulas mesiánicas plantea la reelección indefinida como una necesidad para continuar los avances de la revolución, verbigracia el de Evo Morales en Bolivia.
Es obligatorio establecer que la crisis del sistema democrático generada por la hecatombe de los partidos tradicionales liberales y conservadores que perdieron la credibilidad en la clase media y baja, originaron los gobiernos populistas de Hugo Chávez, Daniel Ortega, Rafael Correa, Evo Morales y la dinastía Kirchner.
En Latinoamérica también se tipificaron como gobiernos populistas al de Juan Domingo Perón (1946-1955, 1973-1974) en Argentina; Getulio Vargas (1951-1954) y João Goulart (1961-1964) en Brasil; Luis Echeverría (1970-1976) en México; José María Velasco Ibarra (1952-1956) en Ecuador; Fernando Belaúnde Terry (1963-1968) y Juan Velasco Alvarado (1968-1975) en Perú; Alberto Lleras Camargo (1958-1962) en Colombia; Carlos Andrés Pérez (1974-1979) en Venezuela; Joaquín Balaguer (1966-1978) en República Dominicana; y Carlos Ibáñez del Campo en Chile (1952-1958), según Pedro Pérez Herrero, si bien cada uno tuvo características propias como resultado del tiempo y del tipo de sociedad en los que le tocó actuar, todos compartieron un cierto sello común, la reelección y predicas nacionalistas.
La elección del presidente Mauricio Macri en Argentina y la derrota parlamentaria en Venezuela al PSUV, debe interpretarse que se cierra un ciclo político y se inicia un nuevo ciclo político en América Latina, esto significa el final del populismo, la tendencia es una caída en cascada de estos regímenes que durante el periodo de altos precios de las materias primas, entre éstas el petróleo se convirtieron en benefactores de las clases populares.
Si nos detenemos a observar los pronósticos del FMI para nuestra región, nos encontramos con la impactante información del crecimiento negativo en 2016 en Venezuela (-6%), Brasil (-1%) y Argentina (-0,7%). Ecuador tendrá un incremento de. 0,1% con relación al 2015, mientras que para Bolivia y Nicaragua se prevé un aumento de 3,5%. Como se puede deducir hay una situación financiera heterogénea en los países integrantes de la Alianza Bolivariana.
Si realizamos una mirada retrospectiva al periodo en el último cuarto de siglo, en la década del 90 se producen las reformas estructurales traumáticas, a la llegada del nuevo siglo América Latina estaba tenía las bases para su crecimiento, gracias a los altos precios de las materias primas «commodities» cuyo valor subieron entre 15 y el 20 % cada año, durante varios años. América Latina tenía una participación del 6% mundial al 8%. Esto permitió a los gobernantes a ser benefactores para las clases populares, por la inversión social con fines populistas.
Estas políticas de Estado, permitió sacar una gran cantidad de personas de la pobreza, y entre 50 a 70 millones de personas pasaron a la clase media. En este escenario de bonanza los mandatarios de la izquierda o del socialismo del siglo XXI, convirtiéndose en autoritarios populistas, tomando medidas de fuerza con la empresa privada, la banca, la comunicación y un exagerado poder a los mando militares, produjeron una desaceleración de la maquinaria productiva, es el caso de Venezuela donde hay escasez de medicamentos, productos de primera necesidad, papel higiénico y la racionalización hasta para la venta del pan.
Indiscutiblemente esto obliga a los analistas políticos a plantearse la teoría de que el socialismo del siglo XXI, autoría de Heinz Dieterich Steffan, con la muerte de Hugo Chávez empezó a precipitarse el fin de un ciclo y un modelo, apresurado por la la caída de los precios de las materias primas, el cobre, granos y el petróleo toca mínimos históricos a finales del 2015, a la vez que la gran locomotora asiática China, que otorgó una línea de crédito hasta 175,000 millones de dólares hace un par de años, hoy su economía está disminuyendo el ritmo de crecimiento, con espasmos periódicos en su bolsa de valores. Ese empréstito será pagado con petróleo Venezolano y ecuatoriano. En este punto de la crisis se termina el combustible teórico ya no vale de nada las rimbombantes teorías de «El libro verde de Gadafi», llamada la Tercera teoría universal, ahora se trata de realidades económicas.
Venezuela a disminuido su producción de petróleo de 3,5 millones de barriles diarios a 2,5. Ecuador está produciendo 40,000 menos por día que cuando Correa ascendió al poder y el gas natural de Bolivia se ha evaporado en un 50 % desde que el presidente Evo Morales decretara su nacionalización, por estas razones y otras de órdenes gerenciales y políticas el gobierno de Nicolás Maduro está sobre viviendo con un respirador automático.
Ahora todos las miradas están puestas en el gobierno de Brasil, la presidenta Dilma Roussef quien ha estado batallando contra un juicio político por corrupción, ahora la crisis política se profundiza y toma nuevos bríos con la detención Joao Santana, consultor y estratega electoral de la presidenta brasileña, lo que agita a la oposición en sus afanes de juicio político y elecciones adelantadas.
Joao Santana se encontraba en República Dominicana, donde estaba como asesor de la campaña a la reelección del presidente Danilo Medina, inmediatamente se desligó de la campaña de Medina y procedió a entregarse a las autoridades brasileñas el 23 de febrero para los fines de lugar, las imputaciones que hace la fiscalía brasileña es de que Santana y su esposa recibieron $7.5 millones de la empresa constructora Odebrecht, como estratega de la campaña de Rousseff en el 2014 y que los mismos fueron depositados en una cuenta bancaria en Suiza.
La tendencia observada en los últimos procesos electorales anuncian el final del ciclo de gobiernos y gobernantes populistas donde la corrupción, se atropellan las reglas más elementales de libre comercio y violaciones de las normas del sistema democrático. La situación económica internacional obliga a una racionalización del gasto público, frenar el endeudamiento y privilegiar la producción nacional aumentando la calidad en la producción de bienes y servicios para competir en una economía globalizada.