Ecatepec, (México)
EFE
El papa llegó ayer a Ecatepec, el municipio del Estado de México con escalofriantes números de violencia y de marginalidad, y desde allí lanzó su deseo de un país “donde no haya necesidad de emigrar” o “acabar destruidos en las manos de los traficantes de la muerte”.
Ante las más de 300,000 personas que acudieron a la explanada del Centro de Estudios Superiores de la ciudad, Francisco invitó a los mexicanos a “estar en primera línea y participar en todas las iniciativas que ayuden a hacer de esta bendita tierra mexicana una tierra de oportunidad”. Una tierra “donde no haya necesidad de emigrar para soñar; donde no haya necesidad de ser explotado para trabajar; donde no haya necesidad de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos”, dijo. Un mensaje lanzado justo en una ciudad que en 2014 triplicó, con una cifra de 35,9 homicidios por cada 100.000 habitantes, la media nacional, y se situó entre las primeras posiciones de los municipios con mayor número de extorsiones, según el Sistema Nacional de Seguridad Pública. Pero donde además, a poca distancia de donde se celebró la misa, en un canal aparecen con más frecuencia los cuerpos de mujeres que han sido asesinadas. Y el papa continuó- “Una tierra que no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de los traficantes de la muerte”. Durante la homilía, también Francisco había denunciado cómo el comportamiento del hombre crea “una sociedad de pocos y para pocos”. En el sermón habló a los fieles del tiempo de la Cuaresma, y les invitó a que en este periodo “ajusten los sentidos, abrir los ojos frente a tantas injusticias que atentan directamente contra el sueño y proyecto de Dios”. Citó las tres tentaciones que rompen, dividen la imagen de Dios- La riqueza, la vanidad y el orgullo. Sobre la riqueza dijo que “adueñándonos de bienes que han sido dados para todos y utilizándolos tan sólo para mí”. “Es tener el pan a base del sudor del otro, o hasta de su propia vida. Esa riqueza que es el pan con sabor a dolor, amargura, a sufrimiento”.