Niños nerviosos de la mano de sus padres hacen cola para entrar en la feria. Es una estampa común, feliz, si no fuera porque no se trata de un salón de ocio infantil y juvenil, ni de un circo, sino de una feria de armamento, la Florida Gun Shows de Miami.
A la feria, este fin de semana, han acudido en masa aficionados y curiosos de todas la edades (los menores de doce años no pagan), que se mezclan en este rebosante mercadillo de armas.
Tipos de aspecto rústico o fornido, más bien de clase media, padres y madres que pasean con sus niños, alguno en carrito de bebé, jóvenes hispanos y anglos, por igual, sopesando con ojo experto pistolas y rifles.
«Es un evento para toda la familia. Aquí solo hay gente decente. Los delincuentes compran las pistolas en la calle, o las roban», asegura a Efe Brett Baute, un joven cubano acompañado de su hijo, menor de edad, con quien continúa la tradición de venir a este tipo de ferias como lo hacía de la mano de su padre cuando era también un niño.
Aquí, prosigue, «disfrutas viendo todo tipo de personas, de familias también», de aficionados que «cumplen con la ley. Y eso es como tiene que ser: todo bajo control, con el chequeo de las licencias y antecedentes» para portar armas, apunta convencido.
Un total de 600 mesas instaladas en el recinto ferial del Miami Dade County Fair & Exposition pregonan la mercancía: desde rifles de asalto y para francotiradores hasta pistolas de todos los calibres, ballestas, visores con láser, pasando por un muestrario infatigable de pegatinas, camisetas, dianas y hasta kits de supervivencia ante un inesperado desastre natural.
En esta muestra hay de todo y para todos los gustos. Es una suerte de zoco armamentístico efervescente, caótico en algún punto, donde lo mismo encuentra el visitante el rifle de estilo militar más avanzado que un paquete de cigarrillos que, en realidad, es una pistola eléctrica («taser»), o un llavero con diseño de granada de mano.
Aprovechando, por cierto, la festividad de San Valentín, un hábil vendedor ha colgado un cartel plástico donde se lee: «Tu mujer llamó y dijo que podías comprar lo que quisieras. ¡No importa el precio!».
Una buena ocasión, sin duda, para comprar a tu pareja un corpiño o una prenda de lencería con funda para pistola incorporada. Incluso un pequeño cuchillo filipino de doble filo letal.
Los más fogosos pueden siempre decantarse por una pieza militar que ocupa un lugar de honor: un fusil automático AK, último modelo con mirilla telescópica y visión nocturna que emplean los francotiradores.
Se trata de un rifle de alta gama de gran precisión que acierta a su blanco a más de un kilómetro, comentó satisfecho uno de los vendedores, quien destacó su precio asequible (1.300 dólares).
Y, sin la certeza de que lo diga en broma o en serio, otro de los propietarios de la compañía dice con rostro inexpresivo: «Te miramos el documento de conducir y te lo puedes llevar a casa hoy mismo».
Lo cierto es que adquirir un arma es una tarea escasamente complicada. En el estado de Florida se compra un arma con solo presentar el carné de conducir. Con licencia, te la llevas a casa puesta, como quien dice, el mismo día.
¿Se te olvidó sacar el permiso? Ningún problema. La propia feria ofrece cursos de 2,5 horas de duración en el que se instruye al alumno sobre diferentes aspectos legales y uso del arma de fuego.
Una vez superado el cursillo (los menos dotados disponen de hasta cuatro intentos para salir airosos), el aplicado alumno puede portar un arma, oculta, eso sí, bajo la ropa, en numerosos lugares públicos y en la calle.
Salvo en colegios, comisarías, universidades, tribunales o bares y clubes donde se sirva alcohol, el resto es territorio sin restricción para portar armas. Quizá no está muy lejos el día en que el parque de Walt Disney World sea también «zona armada». A este paso.
De momento, en Florida avanza un proyecto de ley que permite portar armas en las universidades del estado, una norma que fue aprobada la semana pasada en la Cámara de Representantes, pese a la oposición de varios centros universitarios.
Las armas son un gran negocio, en Florida en particular, y en Estados Unidos en general, cada vez con más gente corriendo a armarse tras los tiroteos masivos, ante el miedo a que aumente la regulación del control de armas.
En ese sentido, el presidente estadounidense, Barack Obama, se ha convertido en el mejor vendedor de armas de fuego, ya que tras cada anuncio de decretos y avisos de endurecimiento de la regulación de venta de armas las armerías facturan que da gusto.
En Estados Unidos, uno de cada tres hogares tiene un arma de fuego, y en 2015 se alcanzó el récord de 23,1 millones de armas vendidas, más del doble que diez años antes.
Para José Buendía, otro aficionado a las armas, resulta inaceptable la campaña que la Administración Obama está llevando a cabo contra los estadounidenses que defienden el derecho a portarlas.
Protesta Buendía por la «agenda» de Obama contra un «pueblo libre y armado y el derecho a portar armas que recoge en la Segunda Enmienda nuestra Constitución, que fue creada por los inteligentes Padres Fundadores».
El derecho a llevar armas es el «ideal americano libertario, el de los Padres de la Patria», sentencia Buendía, de origen cubano.
Y con una mirada que pretende abarcar la feria entera resume: «Esta feria es un evento familiar, mira, un lugar seguro. Aquí no hay delincuentes».