WASHINGTON (AP) — Enjugándose las lágrimas de una mejilla durante cierto momento de su discurso, el presidente Barack Obama anunció el martes su plan para reforzar el control de las armas de fuego en Estados Unidos, recurriendo a sus poderes presidenciales en vista de que el Congreso se abstuvo de aprobar los cambios legales por los que imploró previamente.
Obama acusó a los defensores de las armas y sus cabilderos de tomar al Congreso como rehén, pero dijo que «no podrán tomar de rehén a Estados Unidos». Insistió en que es posible apegarse a la Segunda Enmienda de la constitución —que garantiza el derecho a poseer y portar armas— y al mismo tiempo hacer algo para abordar los frecuentes tiroteos masivos en Estados Unidos, que dijo se han convertido en «la nueva normalidad».
«Esto no es una conspiración para quitarle a todos sus armas», dijo Obama durante la ceremonia en el Salón Este de la Casa Blanca. «Si pasas una revisión de antecedentes, podrás comprar un arma de fuego. El problema es que algunos vendedores de armas han operado bajo un conjunto diferente de reglas».
Obama se enjugó lágrimas al recordar a los 20 niños asesinados en 2012 en la escuela primaria Sandy Hook, en Newtown, Connecticut. Rindió homenaje a sus padres, algunos presentes en la ceremonia, al decir que ellos nunca se imaginaron que la vida de sus hijos sería acortada por una bala. «Cada vez que pienso en esos niños, me da rabia», dijo el presidente.
El núcleo del plan de Obama está en extender la definición de distribuidor de armas de fuego, con lo que la administración espera aumentar el número de ventas sujetas a revisión de antecedentes.
Bajo la ley actual, sólo los distribuidores de armas de fuego con licencia federal deben revisar los antecedentes de los compradores potenciales, pero en las ferias de armas, sitios web y mercados de pulgas, los vendedores burlan tales requisitos al negarse a registrarse como distribuidores con licencia.
Con el objetivo de reducir ese vacío legal, el Departamento de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de Estados Unidos (ATF por sus siglas en inglés) emitirá una guía actualizada que dice que el gobierno deberá catalogar como distribuidor a todos los que participen «en el negocio» de la venta de armas de fuego, sin importar dónde las venden.
Con ese objetivo, el gobierno considerará otros factores, incluso cuántas armas de fuego vende una persona, con qué frecuencia y si se venden a cambio de una ganancia.
La Casa Blanca también dio aviso a los vendedores de que la administración planeaba aumentar el cumplimiento de las leyes, entre lo que se incluye el despliegue de 230 nuevos examinadores que la FBI contratará para procesar las revisiones de antecedentes.
Las medidas anunciadas por Obama fueron recibidas con una predecible división partidista.
Los precandidatos presidenciales demócratas Hillary Clinton y Bernie Sanders elogiaron al presidente y se comprometieron a seguir tomando medidas similares si llegan a la Casa Blanca. El campo republicano formó un coro de voces que prometieron anular todo el paquete. El precandidato presidencial Marco Rubio acusó a Obama de estar «obsesionado con socavar la Segunda Enmienda».
En el Congreso, los demócratas y los republicanos se alinearon de manera similar, en lados opuestos.
La lideresa de los demócratas en la cámara baja, Nancy Pelosi, dijo que Obama actuó claramente dentro de su autoridad y se sumó a los llamados del mandatario para que el Congreso termine ese trabajo.
Por su parte, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, pronosticó impugnaciones en los tribunales.
«En lugar de enfocarse en los criminales y los terroristas, se enfoca en los ciudadanos, la mayoría de los cuales son respetuosos de la ley», dijo Ryan. «Sus palabras y acciones equivalen a cierta intimidación que atenta contra la libertad».