La vida bajo un techo de zinc, la otra cara del paraíso de República Dominicana

SANTO DOMINGO. Beatriz Báez se refugió junto a su padre tras el paso del huracán David en 1979 en el albergue de Canta La Rana, en el municipio dominicano de Los Alcarrizos, y hoy, 38 años después, sigue malviviendo en la misma chabola de paredes de madera y techo de zinc con varios de sus hijos y nietos.

En Canta La Rana, un conjunto de precarias casas alineadas en varias calles sin asfaltar que se enlodan cada vez que llueve, viven 70 familias, la mayoría lleva aquí toda su vida, pese a que el albergue se ideó para alojar temporalmente a los damnificados de David, que causó la muerte de un millar de personas.

Sin perder la sonrisa, Beatriz, de 53 años, recuerda que les trajeron para seis meses y “mire por dónde van esos seis meses: aquí me casé, tuve 7 hijos y ya tengo 14 nietos”.

En estos años, son varias las veces que han recibido la visita de políticos durante las campañas electorales con promesas de darles una vivienda.

“Aquí han repartido casas 5 veces y a mí, me dicen: usted se queda para la próxima vuelta, y nunca me han podido sacar”, se lamenta.

Poco a poco, Beatriz ha arreglado su casa en la que entra mucha agua cuando llueve porque el tejado está agujereado, no obstante está contenta porque aunque sufre muchos apagones de luz cuenta con agua, un lujo que no todos tienen.

Es el caso de Irene de los Santos, de 56 años, que acumula al frente de su chabola, con suelo de tierra, varios cubos de agua mientras su nieta cocina arroz con huevo en una suerte de cocina de carbón.

Fuente