¿Por qué?

CuIng.-Leo-Sanchezando se produjo el traslado de las oficinas consulares de los EE. UU., hacia nuevas facilidades, más modernas y espaciosas, se pensaba que el acceso de los solicitantes de los servicios ofrecidos iba a ser mejorado y con servicios accesorios adecuados, accesibles y asequibles.

Pero, es absolutamente denigrante la forma en que son tratados los dominicanos que acuden a los predios del consulado norteamericano en Santo Domingo para solicitar visados u otras gestiones consulares en esa dependencia.

Ir allí en vehículos, más que una ventaja es un gran problema.

Comenzando con la falta de un estacionamiento para dejar los vehículos de las personas que acuden en ellos, permitiendo el desarrollo de unos negocios de “vivos” que han abierto solares para esos fines cobrando sumas que ningún parqueo organizado y limpio de la ciudad cobra.

Tampoco hay allí lugar para protegerse de las inclemencias del tiempo. Si es bajo los rayos del sol, no hay absolutamente ningún lugar donde evitar achicharrarse.

Si comenzara a llover, no habría tampoco donde guarecerse, y sabiendo eso, recomiendan a los solicitantes llevar los documentos en sobres plásticos.

No se puede nadie defender del clima con sombrillas y paraguas porque también están prohibidos dentro de la legación extranjera, por seguridad.

No existen allí tampoco facilidades sanitarias ni donde acceder a un mísero refrigerio, aunque fuera un vaso de agua.

Y, para coronar el desprecio, las filas que originalmente se realizaban en la misma entrada y bajo el techo existente, han sido anuladas para dirigir a los solicitantes a una gran distancia donde se deben agrupar hasta ser llamados según la hora de sus citas.

Manteniendo lejos a esos andrajosos y escandalosos dominicanos que, por venir de todo el país, llegan con anticipación para respetar sus citas.

¡Como quiera es malo!

Y después, como reses, son arreados por una acera hacia la entrada para hacer allí la fila de la hora y acceder al edificio donde son procesados y registrados por el personal de seguridad.

Por eso, tal vez, Jeff Sessions, actual senador republicano y posible Fiscal General de la nueva administración de Donald Trump ha despotricado contra la comunidad dominicana en su país, descalificando la misma de manera más que despectiva, denigrándola como no contribuyente en nada a su sociedad.

¿Sabrá este ignorante monumental sobre los aportes de solo uno de esos dominicanos, el desaparecido científico Erich Kunhardt Grullón?

Sin mencionar los aportes de toda una legión de beisbolistas encabezados por dos representantes en su Salón de la Fama del Béisbol, ¡Juan Marichal y Pedro Martínez!

Tampoco se hace mención de excelentes médicos que han trabajado y lo siguen haciendo allí en sus hospitales más reputados.

Menos se reconocen los innumerables artistas de diferentes modalidades de la música, las letras y las artes plásticas.

Porque, aparte de una provocación innecesaria, sus declaraciones evidencian su rencor hacia los dominicanos que, con todo su derecho, se decantaron por el voto demócrata en favor de la señora Clinton.

Y, evidenciando su profunda ignorancia sobre la comunidad de ascendencia dominicana, y como no puede hacerlo de otra manera, busca herir el orgullo de una laboriosa comunidad que solo ejerció un derecho inalienable.

Porque solo eso podrá hacer.

Pero no es el Senador Sessions el único que piensa y actúa así, y el ejemplo de la forma de hacer las citas consulares en el país, lo demuestra.

Pero lo absolutamente inaceptable, es la manera como se trata al dominicano en su propia tierra porque tenga la necesidad de buscar un visado.

Porque no todo el dominicano que busca un visado es uno que quiere quedarse en el territorio del país que con tanta arrogancia discrimina y atropella sin razón.

Si no quieren arrabalizar sus extra-mega-super bellas instalaciones con los abigarrados dominicanos, ofrezcan citas más personalizadas sin que se tengan que amontonar los cientos de personas que se procesan allí en un día.

O financien facilidades donde “esos animales” puedan encontrar estacionamientos decentes y cobijo contra las inclemencias del tiempo, pueden comprar refrigerios y acceder a alguna letrina donde hacer sus necesidades.

Pueden aparentar que no tienen nada que ver, para no sentirse rebajados y verán que, esos seres de otro nivel, se desenvuelven sin mayores traumas en un lugar donde sean tratados como humanos.

Con reglas y controles que lleven a un comportamiento disciplinado y limpio.

Y la prueba irrefutable de ello, es la forma distinta de comportarse en los VAC ubicados en Galería 360 y Jumbo Luperón.

Allí los mismos dominicanos son citados a lugares con todo lo mencionado antes resuelto, y el comportamiento no deja nada que desear.

Se llega a las horas establecidas, se hacen pequeñas filas en orden y tranquilidad, sin estridencias.

¡Son atendidos como la gente!

Y no hay traumas para el personal de atención ni para el entorno, a pesar de la arrogancia y descortesía de algunos de sus integrantes, empleados dominicanos que han sido amaestrados para sentirse superiores y despreciativos.

Entonces, el espectáculo deprimente que se desarrolla día tras día en la Avenida República de Colombia, es algo totalmente innecesario que puede evitarse.

Porque por más incultos y bullosos que puedan ser los dominicanos, merecen un trato diferente y humano. Porque son una suma de circunstancias, donde varias intervenciones extranjeras han aportado su cuota histórica al desorden y las necesidades ancestrales que padece esta sociedad.

Por su apoyo a gobiernos corruptos que garantizaban la lucha contra el comunismo en una guerra fría muy caliente, por no mencionar el lejano pasado de las cañoneras.

Porque también, el gran hermano culto y poderoso, pudiera ser un poco más humilde y condescendiente con los incultos y débiles necesitados.

Y ayudarlos a tener oportunidades y medios de desarrollo sin corrupción para que progresen y no tengan que emigrar.

Ni mendigar visados en medio de atropellos.