Estado Islámico: terror y genocidio

Rafael Baldayac

rafael baldayacUn genocidio se define como aniquilación o exterminio sistemático y deliberado de un grupo humano por motivos raciales, políticos o religiosos. No podemos olvidar los tristes episodios de la Segunda Guerra Mundial, durante la cual los nazis  emprendieron tremendos genocidios e injustas represiones, sobre todo contra el pueblo  judío.

Actualmente el genocidio  que realizan los terroristas del Estado Islámico, como la reciente masacre de cristianos decapitados, constituye una de las atrocidades jamás vista en el mundo en generaciones.  Un crimen  contra la humanidad, pero de los más horrendos que podamos imaginar.

En  Irak y Siria el  95% de los cristianos ya ha huido de la zona donde se producen las hostilidades y el 5% se ha convertido al islam.  Según la tradición del Islam, los cristianos tienen pocas opciones: se convierten, pagan una multa o padecen la ´´muerte por la espada.´´

El Estado Islámico es un grupo suní yihadista (o sea, que libra una “guerra santa”) que busca tener el control de los musulmanes alrededor del mundo.  El grupo promueve la violencia religiosa y llama “infieles” a quienes no los siguen. Defiende el Islam como se concibió en su origen, rechazando las innovaciones religiosas y valiéndose, en gran parte, a la eterna confrontación entre suníes y chiítas.

Funciona como un califato: Según la definición de la Real Academia Española, “califa” significa “título de los príncipes sarracenos que, como sucesores de Mahoma, ejercieron la suprema potestad religiosa y civil en algunos territorios musulmanes”. Ese es el supuesto objetivo de EI,  controlar a la población mediante el terror.

Este grupo rebelde, que nació en Irak y Siria, reclama como parte de su territorio la región de Levante, que incluye Israel, Palestina, Jordania, Chipre, el Líbano y parte de Turquía. De “Levante” vienen las siglas “ISIL” (Islamic State of Iraq and the Levant).

El movimiento se ha caracterizado por torturas sistemáticas, violaciones, violencia extrema y, más recientemente, los decapitamientos de 30 cristianos. Los terroristas sunita han decapitado a quienes no se ceden a su voluntad, y colocan «las cabezas de la gente en estacas» para aterrorizar a los demás.

En la actualidad el Estado Islámico es el grupo terrorista más poderoso y rico del mundo. Sus cuentas bancarias alcanzan más de 2 mil millones de dólares y aumentan cada día por la venta de petróleo.

En un principio, allá por 2011, el grupo se financió a través del robo de bancos comerciales, actividad que le ha generado, dicen, más de 400 millones de dólares, otros mil 200 millones son de los pozos petroleros que tienen en Siria, 36 millones en reliquias robadas, y casi 100 millones del lavado de dinero que realizan en la segunda ciudad más grande de Irak, Mosul, pueblo que tomaron el  año pasado.

En la actualidad, 6 millones de personas viven bajo su control en un territorio de 35 mil kilómetros cuadros entre Irak y Siria. Gran parte de estos territorios conquistados desde el año pasado, han generado un éxodo masivo de cristianos hacia los países vecinos. Según la ONU, los desplazados suman más 4 millones y pueden llegar a alcanzar los 12 millones a fin de año.

Hace cuatro  años EI contaba con apenas mil soldados,  en la actualidad entre los que han sido forzados a unírseles y los que los hacen por puro compromiso superan los 80 mil yahidistas.

Para reclutar soldados o para conseguir el apoyo de los musulmanes que viven en sus territorios el Estado Islámico presenta un protectorado asistencialista donde cada familia que jura lealtad obtiene una casa o dinero en efectivo. Muchas veces quienes reciben este dinero son los niños.

En Irak y Siria hay miles de huérfanos, sus blancos preferidos.  Al menos 500 jóvenes, nacidos y criados en Inglaterra, Holanda y España han viajado para unirse a las milicias en Siria.

En cuanto a los métodos, ni el Corán ni ninguna Ley escrita por Dios pone como requerimiento que se decapite a los enemigos y se exhiban sus cabezas con estacas en la plaza principal.

La crueldad le asegura a EI lo que el dinero no puede comprar,  la fidelidad de aquellos que mantienen bajo su poder. En las ciudades que ocupan la aceptación debe ser total o de lo contrario serán asesinados de diferentes formas.